Del veraneo a las vacaciones

En mis recuerdos está más que presente el modo con el que se nos premiaba al final del curso escolar y que todos conocíamos como veranear. Eran varios meses de veraneo de infancia y juventud que discurrían en una de las playas más emblemáticas. En mi caso la que se conocía como del campamento en la que había árboles y no existían chiringuitos que estropearan y afearan el entorno. Los que morábamos durante el veraneo en aquella zona de Vilanova de Arousa lo hacíamos en pequeñas casas que aún existen que se conocían oficialmente como Barrio de San Pedro, aunque todo el mundo hablaba de Corea, ciudad sin ley. Un lugar al que tardó mucho en llegar el agua corriente, el saneamiento era rudimentario y la luz bajaba de intensidad según el número de personas que la utilizaban.


Todo esto viene a cuento puesto que según un informe oficial el término veranear como lo conocimos aquellos niños que ahora hemos superado las siete décadas de edad, ya no está en los manuales. Ahora se habla de vacaciones cortas y con un costo económico más bien elevado.


Veranear significaba vivir sin la presión de los automóviles, que la televisión-muy incipiente- no nos robara horas de vida, que comiéramos productos naturales procedentes del mar y que llegaban a la propia playa de la mano de los pescadores, o de la huerta con las mejores frutas, verduras y legumbres.


Nuestro tiempo de ocio y diversión veraniega se iniciaba a primera hora de la mañana, tanto para los que no tenían nada que recuperar, como para los que debían prepara asignaturas de cara al mes de septiembre. Y para ello se contaba con una especie pasantía en la que había profesores, en período vacacional, que se encargaban de que los menos afortunados con las notas pudieran recuperar el tiempo perdido en el curso.


Veranear significaba playa por la mañana y la tarde, hacer excursiones en bicicleta, desplazarnos hasta la parte central del pueblo donde había una única cafetería, y asistir en la tarde/ noche a los guateques a ritmo de las últimas novedades discográficas que sonaban en el tocadiscos. Jueves y sábados íbamos al cine después de cenar. En nuestra zona existía la única sala cinematográfica en kilómetros donde se proyectaban películas en las que por lo general los protagonistas eran los vaqueros y los indios, siempre a la gresca, y los niños cantores Marisol y Joselito.


Hoy en día todo esto se ha perdido. Las informaciones hablan de que algo más del 20 por ciento de los gallegos no van a tener tiempo para disfrutar de unas vacaciones. Y que un elevado número de ellos dispondrán de tan solo una semana para recuperar fuerza y volver a desempeñar su trabajo habitual. Las vacaciones para nuestros paisanos significarán poco más de 900 euros de gasto, siendo de los de menor desembolso para el tiempo libre. Los destinos nacionales preferidos son Madrid, Barcelona, Sevilla, Levante e Islas Canarias y en los internacionales Londres y Lisboa.


Los veraneos tradicionales, de un par de meses, ni se recuerdan. Tan solo lo hacemos los nostálgicos como yo. Ahora el bien merecido descanso se cuenta por días.

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