Al PNV se le puede criticar por muchas cosas pero nadie le puede negar que se sabe mover en las procelosas aguas de la política. En el debate del miércoles, la portavoz nacionalista dijo algo bien interesante al afirmar y decirle al Presidente del Gobierno que la gotera estaba en su tejado, que no intentara trasladar responsabilidades. Sin llegar a verbalizarlo, el PNV le dijo que ellos no van a cargar en su mochila con el ladrillo de dar al traste con la legislatura. Saben que si lo hicieran no pasaría un solo minuto sin que el PSOE les acusara de guillotinar a un Gobierno de progreso y el más limpio, según Sánchez, de la democracia. Lo dejan en manos del propio Sánchez y que sea él quien decida “cuándo cae”.
A partir de ahí, el PNV, al igual que los demás socios de investidura, amagaron pero no dieron. Y eso estaba escrito por mucho que todos hayamos leído titulares según los cuales el pleno del miércoles era definitivo para la continuidad o no de la legislatura cuando en realidad nunca estuvo en peligro. En Moncloa lo sabían y salieron como entraron, es decir, sabiendo que, como poco, el Presidente iba a salir vivo. Vivo, sí, debilitado, también, pero con el suficiente oxígeno para que una persona con su carácter y manual de resistencia vuelva a poner en valor su máxima de hacer de la necesidad virtud. Y veremos, si la UCO le deja, que efectivamente, lo hará. Y los socios le dejarán hacer, incluido el PNV cuyo límite es no compartir gotera pero se moverá con la habilidad suficiente para proteger su tejado. El tejado averiado, dicen los nacionalistas, lo tiene Sánchez y a él le toca arreglarlo. El PNV sabe, además, que no puede confundirse con Bildu cuya entrega a la causa de Sánchez es digna de atención.
Como de la necesidad hay que hacer virtud, es más que probable que a no tardar se pacte la fiscalidad especial para Cataluña y se dé satisfacción a las demandas pendientes de algunos de sus socios y todo será por la convivencia y pensando en el bien común. Los argumentos del Gobierno son tan reiterativos que hay crónicas que se podrían escribir el día anterior a que se formalizaran los acuerdos.
Los socialistas dicen estar contentos. El Presidente, dicen, defendió con brillantez sus tesis y propuso medidas contra la corrupción, muchas de ellas ya en vigor y otras de cuya eficacia hay más dudas que certezas. Muchas medidas pero sin memoria económica y con la puntualizacion de la OCDE que se desvincula de las mismas porque sólo le pidieron aclaraciones técnicas.
En medio de esta situación realmente cansina no hay que despistarse de la cita obligada constitucionalmente de presentar un proyecto de presupuestos aunque la votación se pierda. ¿Alguien cree que el Gobierno lo va a hacer? ¿Alguien cree que si no lo hace el Presidente va a mover una ceja o que sus socios se lo van a reclamar? Hay que perder toda esperanza de que algo tan básico como es la aprobación de las cuentas públicas sea una realidad. Pero nada pasará. Eso de que un Gobierno sin presupuestos es como un coche sin gasolina, valía para Rajoy, como le dijo Sánchez, pero no para nuestro Presidente, capaz de conducir con el depósito a cero. Así se escribe la historia...