A pie de la calle Estrella, en pleno centro de Carballo, la Galería Manolo Eirín se consolida como uno de los espacios más singulares del arte contemporáneo en Galicia. Con ocho años de vida, este proyecto se ha convertido en una plataforma de referencia para artistas locales y foráneos, donde la creatividad y la artesanía se dan la mano.
Manuel Tuset es artista y uno de los responsables del espacio, así como uno de los que mejor conoce el alma de esta galería tan poco convencional. “Lo que yo veo cuando entro en la galería es un lugar lleno de posibilidades”, afirma Tuset con entusiasmo. Aunque la sala se inscribe dentro de la estética del tradicional
‘cubo blanco’, en Manolo Eirín este concepto se expande para acoger “todas nuestras grandes y locas ideas”.
La galería no es solo un espacio para contemplar arte; también es taller, punto de encuentro, escaparate de diseño y, sobre todo, un laboratorio de experiencias. “Aquí trabajamos también en diseño de interiores y de producto”, asegura Tuset. “A Manolo”, que es quien da nombre a la galería, y cabeza de equipo, “le interesa la iluminación. Cómo las luces y su proyección cambian la percepción de los lugares y su calidez”, declara el artista. Así pues, si él mismo tuviera que representar la galería con un objeto cotidiano, sería una lámpara. Pero no cualquiera: una hecha a mano, en Buño, con barro local. “Trabajamos siempre con artesanos y materiales de proximidad. Nuestro cliente no compra en IKEA; valora el diseño ‘ad hoc’ y los procesos lentos”.
A diferencia del ritmo acelerado de muchas salas de exposiciones, en Manolo Eirín el montaje de una muestra puede extenderse durante semanas. “Normalmente tardamos un mes o más en montar una exposición, midiendo la luz, el recorrido del visitante, la armonía entre las piezas…”. Se toman muy en serio el papel de curadores, y buscan la mejor forma expositiva para cada obra: “queremos engrandecerlas”.
La programación estival de la galería responde a un hilo temático coherente: el paisaje, los materiales orgánicos, los procesos intuitivos y el territorio. Todo ello, presentado a través de múltiples disciplinas: desde la pintura hasta el arte sonoro, pasando por la performance o la escultura.
La exposición actualmente en cartel, ‘El futuro será prehistórico’, podrá visitarse hasta el 20 de septiembre y reúne a cinco artistas, cuatro de ellos vinculados a Carballo, que trabajan “desde lo manual, desde lo que requiere tiempo: secar, coser, tallar, oxidar”. Más que una visión apocalíptica, el título propone una ética de la lentitud y de lo tangible frente a la “transparencia engañosa del presente”.
Tanto en verano, como en otras épocas del año, la galería busca que cualquier persona se sienta libre aquí, y conciba el espacio como un lugar “donde todo puede ser posible” o “una biblioteca de futuros imaginarios”. Ofrecen visitas cercanas y personalizadas con el fin de sorprender, provocar sonrisas, y reconectar a los asistentes con esos niños que algún día fueron.
La visión a largo plazo de la Galería Manolo Eirín pasa por seguir tejiendo comunidad y memoria. “Queremos que sea un espacio de promoción para artistas de nuestro territorio. Apostamos por lo vernáculo, por saber de dónde venimos y qué hacían los que nos precedieron. Para así construir una identidad artística que nos represente como personas conscientes de nuestra historia y de nuestro patrimonio”.
Así, este espacio expositivo se ha convertido en mucho más: un nexo de creación, reflexión, diálogo y resistencia estética en plena Costa da Morte. Manolo Eirín no solo muestra arte: lo cultiva.