Las carabelas portuguesas vuelven a la zona atraídas por la subida de la temperatura del mar

Las carabelas portuguesas vuelven a la zona atraídas por la subida de la temperatura del mar
Un ejemplar de carabela portuguesa, ayer en la playa de As Torradas, Malpica

El aumento de la temperatura, en este caso del agua en las playas, también está poniendo en alerta algunos municipios de la comarca, ya que está propiciando la llegada de las carabelas portuguesas.  Hace unas semanas se avistaron los primeros ejemplares en Laxe, y después se fueron extendiendo por las playas de Carballo y Malpica. Este mismo lunes, de hecho, los bañistas se encontraron con más de un ejemplar en las playa de As Torradas.


Se están moviendo a la zona impulsadas por el viento y por el aumento de la temperatura del mar. En Malpica, el termómetro del agua marca estos días 18 grados y se espera que esta semana alcance los 20. En Razo las aguas se mantienen entre 17 y 18 grados, mientras que en Laxe oscilan entre 16 y 17 grados, un rango que favorece su llegada a las costas gallegas en esta época del año.


Desde los concellos afectados están emitiendo avisos sobre la presencia de las carabelas, que son asiduas del verano en la comarca desde hace dos años. Las autoridades municipales recuerdan que, aunque tienen un aspecto vistoso y llamativo, son peligrosas y su contacto puede provocar dolor intenso, irritación y reacciones graves. Por ello, subrayan la necesidad de no tocar nunca las carabelas, ni siquiera cuando parecen muertas o varadas en la arena. También recomiendan evitar el baño si se detectan en el agua y avisar de inmediato al personal de socorrismo o al propio Concello.


Su característica más visible es la “vela” o flotador, de color azul-violeta o rosado, una bolsa llena de gas que puede medir hasta 30 centímetros y le permite desplazarse impulsada por el viento. Bajo la superficie cuelgan sus tentáculos, que pueden llegar a medir hasta 30 centímetros y están provistos de células urticantes capaces de paralizar a sus presas y defenderse de posibles amenazas.


Su picadura es especialmente dolorosa y peligrosa. Incluso en ejemplares muertos o tentáculos desprendidos en la arena, las toxinas siguen activas. El contacto provoca dolor intenso, enrojecimiento e inflamación, y en algunos casos síntomas graves como dificultad para respirar, dolor torácico o reacciones alérgicas severas. En personas sensibles o en niños, el riesgo puede llegar a ser potencialmente mortal.

 

Ante una picadura, los especialistas recomiendan salir del agua de inmediato para evitar más contacto, retirar los tentáculos con pinzas o un objeto rígido sin usar las manos desnudas, lavar la zona con agua de mar y aplicar compresas calientes para aliviar el dolor y reducir el efecto de la toxina. En caso de síntomas graves, se debe acudir de inmediato a un centro médico o llamar al 112. 

Las carabelas portuguesas vuelven a la zona atraídas por la subida de la temperatura del mar

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