Una cosa es contribuir a saciar la necesidad social de cotilleo con publicaciones en redes de las fotos de las vacaciones y otra, que el mismísimo alcalde de la ciudad en la que pretendes instalarte manteniendo el anonimato pregone que eres un ilustre nuevo vecino. Eso es lo que le ha pasado a Álvaro Morata, que al parecer, ya está buscando casa.