El ciclo de la vida es así. Se planta una semilla, crece un árbol, durante decenios da cobijo a miles de vecinos, se convierte en una parte indispensable del paisaje de la ciudad, le ataca una enfermedad y acaba hecho astillas. Esperemos que en la plaza de Ourense se planten pronto otras semillas que acaben dando sombra a las futuras generaciones.