Buscando lástima

Cuando se cumple un año del teatrillo que montó Puigdemont, apareciendo en Barcelona, dirigiéndose a los fieles, y dándose a la fuga por segunda vez, ahora se auto compadece.


Es una forma, como otra cualquiera, de intentar convertir en heroico lo que solo fue una payasada. Y la forma de dar pena y mantenerse en el candelero es afirmar que, si no hubiera huido, todavía estaría en la cárcel. Pues claro que seguiría en prisión. Si hay una orden de detención contra el, dictada por el Tribunal Supremo. El que es su dócil mano derecha, Jordi Turull, que le acompañó en la performance y en la escapada entre el gentío, dice, sin embargo, que el numerito “dejó al aparato represor del Estado con un palmo de narices”.


Aún así, entre la autocompasión y la heroicidad, tiene tiempo acusar a Sánchez de “pasividad” con el Supremo por no aplicar la amnistía al delito de malversación, que es lo que a él personalmente le afecta. Mientras, la portavoz de Junts acusaba a Salvador Illa de desnacionalizar Cataluña por usar el castellano y “rendir pleitesía al Rey y al 
Estado”. En cuanto a sus pactos con ERC, los de Puigdemont consideran que “ni hay traspaso de cercanías ni financiación 
singular.


Intentan así lanzar un aviso a navegantes de que no cuenten con ellos ni para los presupuestos ni para ningún proyecto de ley que no les beneficie particularmente. Ellos y Podemos van a ser la oposición, al margen de PP y VOX, para forzar un adelanto electoral que podría arrastrar al propio Illa.


Pero, de lo que no es consciente Puigdemont es del declive de su imagen y prestigio entre la sociedad catalana. Entre otras cosas, porque la última fuga a quien puso en evidencia no es al Estado sino a la policía autonómica, los Mossos, que fueron acusados de permisividad y falta de interés en lograr su detención. De hecho, tres de sus agentes fueron detenidos poco después y están investigados por un delito de encubrimiento. Que un ex President de la Generalitat provocara la crisis más grave de credibilidad de “su” policía dice mucho del respeto que prodiga a las instituciones autonómicas.


Todo su empeño en lograr la amnistía se debe a su pretensión de regresar a Cataluña y volver a ser una figura relevante en el panorama político. No siendo consciente de que su estrella se apagó por su cobardía de no afrontar la independencia que él mismo había proclamado y que ahora solo le queda el chantaje como instrumento político. 

Buscando lástima

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