El Templo de Debod: 50 años del oasis egipcio en suelo bélico madrileño

El Templo de Debod: 50 años del oasis egipcio en suelo bélico madrileño
El Templo de Debod I TURISMO MADRID

Hace cinco décadas que las piedras del Templo de Debod se irguieron en el solar de la Montaña del Príncipe Pío, en Madrid, escenario de episodios tan determinantes para nuestra historia como la Guerra de la Independencia o la Guerra Civil, para convertirse en un oasis egipcio de más de 2.000 años de antigüedad en pleno centro urbano, el único de España.

 

Famosa por las impresionantes puestas de sol, la zona que un día acogió la Finca de La Huerta se ha convertido en un reclamo turístico y símbolo de la capital. Da igual la hora en que se visita, siempre hay una larga hilera de gente esperando transportarse a la Nubia (región central de Nilo entre Asuán, en Egipto, y Jartum, en Sudán) de hace siglos.

 

El templo, que se inauguró el 20 de julio de 1972, recibe actualmente a unos 300 visitantes al día debido a las restricciones de aforo, según una azafata de sala del santuario, unos 200 menos que en época prepandémica, una medida que ha agradecido porque así “las instalaciones se conservan mejorar”.

 

Los datos del Ayuntamiento de Madrid confirman esta tendencia a la baja, con un total de 46.670 visitantes registrados este año que ya han visto la capilla de Adijalamani, el corazón del Templo de Debod, repleta de relieves que algún día lucieron llenos de colores y que el paso del tiempo y la acción del agua borraron.

 

Historia

 

Sumergido en el inmenso Lago Nasser que formó la construcción de la Presa de Asuán, el Templo de Debod forma parte de una serie de templos egipcios que han viajado por el mundo y han hecho de otras ciudades su casa para seguir existiendo.

 

Desde Turín, pasando por Nueva York, Leiden (Países Bajos) y Madrid, los Templos de Ellesiya, Dendur, Taffa y Debod respectivamente materializaron la campaña de la UNESCO en los años 60 para salvar y proteger los bienes culturales de los 500 kilómetros de longitud de lago que formó la presa.

 

Cerca de 90 camiones trasladaron las 1.350 cajas que contenían las piedras de Debod en Madrid desde el puerto de Valencia, después de viajar por el Mediterráneo desde Alejandría, tras recorrer también el Nilo.

Los cientos de cajas estuvieron apiladas en la parcela del Cuartel de la Montaña, un edificio que quedó en ruinas después de la Guerra Civil y que nunca se reformó, que pasó a ser propiedad del Ayuntamiento de Madrid en 1970 y que se eligió como escenario para emplazar el Debod.

 

“El Cuartel de la Montaña quedó destruido totalmente, lo bombardearon, este barrio, que es donde he nacido y sigo viviendo, quedó asolado, todas estas casas que hay por aquí habían desaparecido. Yo recuerdo las fachadas con boquetes de los bombardeos que hubo”, cuenta una vecina de la zona.

 

Otros residentes recuerdan la enumeración de las piedras, que vinieron clasificadas desde Egipto para facilitar su montaje, y haber jugado en los alrededores mientras se reconstruía.

Entre los mayores hay un sentimiento de nostalgia por lo que significa el lugar donde está situado el Templo de Debod, ya que, según cuentan, “se ha querido” dotar la zona de una nueva historia y olvidar los conflictos bélicos.

 

Restauración

 

Una espectacular fotografía, finalista en el concurso “Filomena a mi pesar” organizado por el Museo de Historia de Madrid en 2021, muestra las ruinas de Nubia rodeadas de la nieve que dejó a su paso la borrasca Filomena, una escena peculiar que abre el debate de la conservación.

 

Ya desde el año 2007 la UNESCO, junto con otras organizaciones, planteó cubrir con una campana de cristal el Templo de Debod (único de la serie de los cuatro que no lo está), para conservar este museo, que es el más visitado de la red de museos municipales.

 

En este sentido, está prevista la celebración de una jornada el año que viene con expertos y técnicos para tomar una decisión al respecto: si basta su preservación con el plan de prevención o si hace falta cubrirlo, ha afirmado a Efe Eduardo Salas, el director del Museo de San Isidro, del que depende el Templo de Debod.

 

Los turistas preguntados se muestran favorables a tomar medidas preventivas si mantenerlo como está va en detrimento de la propia estructura y su conservación, aunque afirman que de esta forma -al aire libre- se ve más “bonito.”

 

Más bonito o no, lo cierto es que el templo que inició un rey meroita, que es también ptolemaico, que fue terminado por emperadores romanos, que permaneció meses bajo las aguas del Nilo, que viajó por el Mediterráneo y que ahora ocupa un lugar emblemático de Madrid, no parece que vaya a desaparecer pronto.

El Templo de Debod: 50 años del oasis egipcio en suelo bélico madrileño

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