Seis meses llevará depurar y vaciar el agua contaminada de las balsas del Monte Neme

Seis meses llevará depurar y vaciar el agua contaminada de las balsas del Monte Neme
Una de las balsas de la antigua mina del Monte Neme | AEC

El proceso para restaurar el entorno del Monte Neme ha dado un paso clave con la salida a licitación del proyecto de clausura y recuperación de la antigua explotación minera. Uno de las fases más complejas de este plan que supondrá una inversión de 1,6 millones de euros, será el drenaje y tratamiento de las dos grandes balsas de agua contaminada que persisten desde el cese de la actividad extractiva. Según la documentación técnica del proyecto, la depuración de estos acuíferos tóxicos requerirá de una operación continua que se prolongará durante seis meses.


El objetivo es doble: eliminar las más de 41.000 metros cúbicos de agua contaminada acumuladas en los antiguos huecos mineros y garantizar que el vertido final se realice cumpliendo con los estándares de calidad ambiental establecidos por la normativa vigente. Para ello, se instalará una planta de tratamiento portátil que integrará diferentes tecnologías de filtración, absorción y purificación del agua, con una capacidad efectiva de tratamiento de hasta 35 metros cúbicos por hora. 


La planta de tratamiento, diseñada como una instalación móvil en contenedores adaptados, incluirá además dispositivos de monitoreo a distancia y sistemas automatizados de autolimpieza y mantenimiento. Se trata de una solución tecnológica pensada para ofrecer el máximo rendimiento en un entorno de difícil acceso y elevada carga contaminante.


La depuración del agua es el paso indispensable ya que las balsas contienen concentraciones elevadas de metales pesados y otras sustancias contaminantes. En algunos casos, como el del cadmio, el níquel o el plomo, los niveles multiplican por diez los máximos permitidos por la ley. También se han detectado cantidades muy elevadas de aluminio, mercurio, cobre, zinc y cianuros, además de un pH muy ácido.
 

Ante este escenario, el documento técnico establece una solución de tratamiento en varias etapas. El agua será captada desde los huecos mineros a través de un sistema de flotación y bombeo controlado que evitará la entrada de materiales en suspensión. A continuación, pasará por un complejo sistema de filtración catalítica que utiliza lechos minerales específicos para atrapar y neutralizar los metales pesados.


Estas fases iniciales de catalización se complementan con módulos de ultrafiltración y una última barrera mediante ósmosis inversa. Este proceso, habitual en el tratamiento de aguas residuales de alta carga, permitirá reducir las concentraciones de contaminantes hasta niveles compatibles con la legislación ambiental. 


En caso de que alguna parte del caudal tratado supere los límites exigidos, el sistema contará con mecanismos de recirculación que reenviarán el agua al inicio del proceso. Asimismo, se estima que menos del 0,4% del volumen tratado acabará como residuo no reutilizable, que será gestionado a través de un gestor autorizado.


Una vez que el agua sea tratada hasta tener las condiciones ambientales aceptables, será vertida de forma controlada en el rego do Porriños. Para ello se construirá una conducción por gravedad empleando una tubería de polietileno de alta resistencia, equipada con válvulas automáticas y un sistema de control que garantizará el correcto funcionamiento del vertido.


Durante todo el proceso se realizarán controles continuos de pH, presión, turbidez y conductividad, así como análisis semanales de metales pesados, sólidos en suspensión y compuestos orgánicos. Esta vigilancia será especialmente intensa en las primeras semanas, cuando se establecerá la curva de rendimiento del sistema. A partir de ahí, se mantendrán controles quincenales hasta completar el vaciado de las balsas. El ritmo de trabajo dependerá de las condiciones meteorológicas, pero según las estimaciones recogidas en la memoria del proyecto, el volumen total a tratar durante los seis meses de operación podría alcanzar los 98.000 metros cúbicos, teniendo en cuenta las aportaciones por lluvia y las pérdidas por evaporación.


El drenaje de las balsas es solo una parte del ambicioso plan de restauración del Monte Neme. Una vez finalizada esta fase, se abordará la remodelación del terreno, la revegetación con especies autóctonas y la recuperación paisajística del entorno. 


La ejecución de estos trabajos está financiada a través de los fondos europeos. Tal como recoge la memoria técnica, se busca “restaurar a posibilidade de que un terreo alterado volva ser útil sen prexudicar o medioambiente, e ao mesmo tempo converter a zona nun sumidoiro de carbono”.

Seis meses llevará depurar y vaciar el agua contaminada de las balsas del Monte Neme

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