Hay una estampa que se repite en las ferias de Carballo, Paiosaco y Arteixo: largas colas en el puesto de Queixos Susa (Lestón, A Laracha). Los hermanos Eduardo y Roberto Cotelo son los reyes indiscutibles de la mañana, en la que pueden superar tranquilamente los 180 quesos vendidos.
10.30 horas del sábado. En la avenida del Balneario de Arteixo, frente a la farmacia, ya se ha formado una fila. A diferencia de otros días, en el mostrador puede verse un cartel que anuncia que la semana que viene los Cotelo estarán de vacaciones. “Pois daquela hoxe ponme un un pouquiño máis grande”, les pide una señora. Es clienta habitual, como la mayor parte de los que esperan detrás de ella, aunque también se escucha acento de la Meseta.
Eduardo Cotelo, tercera generación de Queixos Susa –su abuela y su tía abuela comenzaron en 1947 a vender este producto y después lo hizo su madre–, explica que el verano siempre genera más ventas: “Hai moita xente de fóra que ao ver as colas interésase. Nunha mañá normal vendemos cerca de 200 queixos”.
El trato de los tenderos es de cercanía total y los niños siempre se llevan un ‘cariño’. Los clientes deciden el tamaño de la pieza, el punto de sal y la cremosidad: “Mantecoso, pero que non se esparrame”, pide una vecina que también pregunta qué tal la familia. Aunque casi todos conocen el producto, los hay indecisos y los hermanos dan a probar el género con paciencia y una sonrisa. “Temos unha clientela do melloriño que hai”, dicen.
Eduardo y Roberto también despachan membrillo, el compañero ideal de sus quesos. “Vendemos pezas de Curtis, Sobrado, Vilasantar... normalmente o cliente que quere dunha casa non quere doutra, e o membrillo triunfa con todos”, explican.
Contra lo que pueda pensarse, en la feria de Arteixo hay gente de todas las edades y prueba de ello son los TPV que manejan puestos como el de Susa. “Veñen moitos que pagan co teléfono ou co ‘reloj’. Hai que ir cos tempos e modernizarse”, comenta Eduardo Cotelo, quien añade que, además de los sábados en Arteixo, despachan los domingos en el mercado de Paiosaco o de Carballo y todos los jueves en este último municipio.
“Miña abuela e a súa irmá ían a Mesía, Curtis e toda aquela zona en cabalo a buscar os queixos. O seu éxito, creo, está na cremosidade e en que son moi naturais”, sostiene el quesero.
Debido a la altísima demanda, los hermanos Cotelo acuden a Arteixo bien aprovisionados, “con idea de non quedar sen nada”. “Normalmente sempre traemos algo máis do que vendemos”, cuentan, y aseguran que estos quesos se conservan mejor envueltos en un paño seco. “Si algún día estoy por esta zona, ¿puedo ir a compraros a casa?”, les preguntaba un hombre que estaba de visita en Galicia y que ayer mismo viajaba de vuelta a su ciudad. Eduardo Cotelo le responde rotundo que en Lestón las puertas siempre están abiertas. Este manjar lo vale.