Parece ser que las fuerzas del mal la han tomado con nuestro país. Desde el Gobierno no dejan de clamar contra los saboteadores en un desierto de descreídos. Con la idea del ataque a la red energética ya asomaba una mueca, pero con la idea del ataque al AVE Madrid-Sevilla se saltan las lágrimas de la risa. Lo de ver enemigos por doquier no suele ser buen síntoma.