Y no nos referimos a Yeremay, que, aunque ayer estuvo lejos de estar fino, nos tiene ganados porque ha desoído cantos de sirena europeos. Hablamos del respetable, que se decía antaño, cuando en el estadio se fumaban puros y existía Grada Elevada. La tarde era perfecta: soleada, terreno de juego en perfectas condiciones, el equipo venía de gustarse en Granada... Pero al final el mejor fue el público, que en el elevado número de 25.954 dio a Riazor el color que le faltó al partido.