UNO de los encantos de Pontedeume es su singular ubicación, en plena desembocadura de la ría y con el puente que le da nombre como emblema. Villa cargada de historia y paso obligado desde mucho antes de que Fernán Pérez de Andrade mandase construir un paso de cantería. Hoy, el actual puente de 15 arcos ha recibido buenas noticias. El Gobierno habrá de ser muy respetuoso con las obras que permitirán aumentar la seguridad de los peatones y consolidar el carácter cosmopolita de un lugar de tránsito en los que muchos querrían quedarse. Es de justicia.