Con la afición que tenemos en este país por mirar obras, especialmente a partir de cierta edad, que es cuando se nos despierta un gusto especial por las zanjas, las excavadoras y los pilotes, tener un banco desde el que poder seguir los avances de los trabajos es una bendición. Normal que en la Sagrada Familia se hayan multiplicado los vecinos que pueden dar fe de cómo va la reforma de la zona.