Las familias con perros lo tienen difícil en las casi 900 playas gallegas

Las familias con perros lo tienen difícil en las casi 900 playas gallegas

En el país de las mil playas, con casi 1.500 kilómetros de litoral, en Galicia hay poco más una decena de arenales en los que se permite la entrada de perros en los meses de verano por lo que numerosas familias han mostrado su descontento en público aunque muchas otras buscan vías más silenciosas para resolver el conflicto.
 
Este mes de agosto, el partido animalista PACMA reunió a más de dos centenares de personas en A Coruña en una manifestación que reclamaba “playas para todos” porque en la comunidad gallega el acceso a perros se limita a entre 10 y 15 playas, según el momento.
 
De hecho, la ley de costas no regula la entrada de perros a las zonas de baño, pero permite a cada municipio legislar cuáles son aptas y cuáles no, lo que cambia y evoluciona de forma constante.
 
Al tratarse de una normativa que depende de cada ayuntamiento, son numerosos los problemas que surgen y por los que los dueños de animales llevan protestando muchos años debido a la dificultad para saber a qué playas puedes acceder si desconoces el entorno.
 
Varios ayuntamientos han explicado a Efe que para evitar estas problemáticas, lo recomendable antes de desplazarse con tu mascota a un lugar de vacaciones es llamar y preguntar qué playas están habilitadas para perros.
 
Por tanto, los preparativos para el tiempo de ocio se complican ya que para conocer con exactitud cuántas playas caninas existen en Galicia habría que realizar este trabajo con cada ayuntamiento costero.
 
Los residentes tienen mayor facilidad para conocer las playas habilitadas de la zona, pero no menos problemas.
 
En zonas como A Illa de Arousa (Pontevedra) no hay ninguna playa a la que se pueda ir con perros, por lo que las personas que quieren disfrutar de un día de playa en uno de los enclaves más privilegiados de la costa gallega con su “compañero”, recurren a lo mismo que muchas otras familias a lo largo de la costa gallega: resguardarse en las calas más recónditas en las que, por tanto, hay menos bañistas.
 
Pese a ello, ir a una zona con poca gente sigue sin ser legal, y si alguien llamase a la policía local se puede obligar a este ciudadano y a su animal a que se abandone la playa.
 
La realidad es que los agentes incluso pueden multar al infractor si se trata de un comportamiento repetido.
 
Sin embargo, son muchos los gallegos que aceptan este riesgo y buscan zonas tranquilas a las que ir con sus animales.
 
Este verano, PACMA ha hecho especial hincapié en esta cuestión que, a su juicio, es una contradicción respecto al 'modus vivendi' de muchos ciudadanos ya que, en la actualidad, “un 25 % de los hogares españoles conviven con perros”; una proporción que no se ve reflejada en el número de playas habilitadas, lo que considera una situación “injusta”.
 
Desde el partido se insiste en que esta discriminación “parece estar basada en prejuicios más que en hechos constatables”, puesto que “no existe ningún informe higiénico-sanitario que relacione la presencia de animales en la playa con insalubridad o con riesgos de salud para los bañistas”.
 
Pese a que el objetivo final es “el libre acceso de los animales a las playas”, PACMA reclama que al menos “se establezcan horarios de convivencia para que todos los ciudadanos puedan disfrutar en las mismas condiciones de los entornos de esparcimiento”.
 
Esta reclamación de unas playas para todos los “miembros de la familia”, se ha manifestado también por diferentes ciudades españolas.
 
La situación nacional es muy similar a la gallega, ya que de los aproximadamente 3.000 arenales españoles, solo 90 permiten el acceso de perros.

Las familias con perros lo tienen difícil en las casi 900 playas gallegas

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