El ‘puente’ se acaba. Bienvenido a dinosauriolandia

Lo peor de los puentes festivos es que se acaban. Y retornamos a las viejas rutinas. Nosotros y, claro, quienes nos representan o aspiran a ello. Los dinosaurios siguen ahí, y son cada día más. El tan citado dinosaurio de Monterroso siempre está aguardando, en forma de comparecencias judiciales de Aldama, Koldo, quizá Abalos, el ‘caso fiscal general’, Begoña Gómez. Y claro, mirando hacia otro aspecto del renacido Jurásico, el dinosaurio que habita en el despacho oval se mantiene en la contumacia, ajeno a los ‘puentes’, que él ya se toma los que quiere para jugar al golf en Mar-a-Lago mientras mantiene acogotado al planeta. Así que ahora los simples mortales nos reintegramos a las viejas pesadillas y nos encontramos con Dinosauriolandia. A saber:


-El panorama internacional no ha mejorado. Ni paz total en Ucrania, ni cese de la violencia en Gaza. Próxima ‘cumbre’ de la OTAN en un clima de mayor preocupación que jamás desde el fin de la guerra fría. Sondeos internacionales que conozco hablan de una intensa angustia de los ciudadanos de todo el mundo por los conflictos geoestratégicos, que engloban todos los demás conflictos: tecnológicos, económicos, geográficos, históricos. Todas las reuniones multilaterales que se divisan en el horizonte evidencian más intranquilidad que soluciones. Todos a la espera de la ‘decisión’ del dinosaurio más poderoso del mundo al final de la ‘tregua’ de noventa días sobre los aranceles que él mismo nos ha impuesto. Puede que antes del verano el mundo haya dado un nuevo giro, ahora que sabemos que es capaz de girar cada cien días de mandato despótico.


-El panorama nacional empeora. Ya digo: la crónica judicial se adensa, se multiplica. Ya casi nadie, excepto los colegas especializados en tribunales, sabe muy bien en qué punto exacto se hallan las pesquisas de los diversos jueces que siguen las causas más notorias, esos no tan pequeños dinosaurios que siguen ahí cuando, al regreso de los breves días vacacionales, nos despertamos. Digo que el panorama empeora porque, incluso más que la corrupción, pocas cosas hay que puedan desgastar tanto a un Gobierno –y a la imagen de un país– como un fallo clamoroso en un servicio público, agravado si cabe ante la falta de explicaciones contundentes y convincentes: todos culpan a todos y todos se exculpan. ¿De veras creen que la confianza ciudadana en nuestros gestores se acrecienta ante cosas como la ocurrida esta semana?


Pienso que el Ejecutivo tiene que intentar restablecer al menos una parte de esa confianza con decisiones serias, de alcance, no con cosmética y con ‘explicaciones’ y medias verdades que aún desconcertaron más a la opinión pública. La verdadera oscuridad llegó el día después del gran apagón, cuando comenzaron a contarnos las tesis conspiranoicas y las de la falsa normalidad. El presidente, el mismísimo presidente, había dicho que eso de los apagones era imposible en un país como España, un invento de la derechona, como dejando tales cosas para la Venezuela de turno. Un estadista hubiese pedido al menos perdón.


Y no. Lo cierto es que el Gobierno funciona mal, excepto en aspectos puntuales-globalmente. El gran dinosaurio patrio debería, en mi opinión, relevar a algunos de esos insignificantes dinosaurios-ministros, que no han estado a la altura y que suscitan una si cabe mayor desconfianza en el seno de la ciudadanía. Y emprender de una vez un debate serio, no sectario ni interesado, sobre la energía: la gran polémica pendiente en España sigue siendo la del cierre de las centrales nucleares, tan unilateralmente decidido en contra de tantos expertos. Mientras el dogmatismo oficial siga calificando de poco menos que ‘lobbistas de las empresas nucleares’ a quienes cuestionan ese cierre y piden mayor serenidad a la hora de tomar esa decisión, poco habremos avanzado y menos aún aprendido del Gran Apagón.


Y el caso es que el mundo progresa sin que los que quieren regirlo parezcan darse cuenta de ello. Sí, esos que intentan controlarnos a todos, todo el tiempo y en todo son los dinosaurios que aguardan nuestro regreso en las próximas horas para seguir tratándonos como si fuésemos simples números y, además, incapaces. Bienvenido a dinosauriolandia.

El ‘puente’ se acaba. Bienvenido a dinosauriolandia

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