No, a Sánchez no le van a hacer marqués

En medio de una notable polémica en las redes sociales –no tanto en los medios clásicos–, el Rey Felipe VI ha ejercido su prerrogativa de ennoblecer con el título de marqueses a tres españoles y tres españolas notables en sus diferentes trayectorias. No es algo nuevo: Juan Carlos I ya nombró marqués a Vicente del Bosque y condesa a Carmen Iglesias.


También Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo-Sotelo aceptaron un ducado y un marquesado, respectivamente. Algo que Felipe González rechazó y que, que yo sepa, ni a Zapatero ni a Mariano Rajoy les ha sido siquiera ofrecido. Y no, a Pedro Sánchez tampoco le nombrarán, creo, marqués cuando acabe su carrera política, en fecha aún incógnita, pero cada vez, lógico, más cercana.


Yo diría que no a todos les ha gustado que Rafa Nadal, la fotógrafa Cristina García Rodero –que hizo un memorable retrato de los reyes–, la nadadora Teresa Perales o la cantante Luz Casal hayan sido designados marqueses junto al ex jefe de la Casa del Rey Jaime Alfonsín y el bioquímico Carlos López Otín. No quisiera hacer demagogia con un tema que, dentro del panorama nacional, es, digamos, menor; pero lo cierto es que los tiempos parecen poco compasivos con este tipo de gestos procedentes de una personalidad por otra parte tan inatacable como Felipe VI.


No me consta que a los expresidentes Zapatero o Rajoy el Rey Juan Carlos les hablase nunca de nombrarles condes o marquese. Quizá porque entre Zapatero y un título nobiliario hay un mar de oxímoros y porque Rajoy se marchó como se marchó en medio del revuelo que desembocó en la moción de censura. Ahora, en el caso de Sánchez...


Consta que Pedro Sánchez tiene la obsesión de cómo pasará a la Historia. Jamás he hablado con él del tema –ni de casi nada: no es fácil–, pero quien presume de conocerle –tampoco es fácil– piensa que lo que le gustaría es ser recordado como el hombre que, en aras de una política de izquierdas, cambió España. Así, en plan izquierda, no te dan un título nobiliario o, como en el caso del parece que ya exizquierdista Felipe González, no lo aceptas. Ni te lo van a dar, ya digo.


Sobre todo, cuando contigo llevas el escándalo, incluso al plano internacional, donde Sánchez se va a convertir en la ‘estrella’ de la próxima ‘cumbre’ de la OTAN por su negativa a destinar el 5 por ciento del PIB a gasto militar. Un rechazo que sin duda va a gustar a los ‘socios’ Sumar y al no tan socio Podemos. Y más aún si ello enfurece al inquilino de la Casa Blanca y al secretario general atlantista Rutte, que nos dejó dicho hace unos días que en cinco años podemos, glub, estar en guerra con Rusia.


Quién sabe cómo pasará Sánchez a la Historia. ¿Hombre de paz exterior y belicosidad interior? Sospecho que tampoco le van a proponer para el Nobel de la Paz. No pasará seguramente como un noble, y quizá tampoco como un villano: el tiempo ayuda a olvidar pasajes oscuros y a potenciar los reflejos más claros. Lo que ocurre es que el plebeyo –nada tiene eso de peyorativo en estos tiempos– Sánchez está pasando estos días por una ordalía que casi justificaría un título de Barón de Audiolandia o semejante.


No, el país no está para vibrar con la primera concesión de títulos nobiliarios por parte de Felipe VI, ni siquiera aunque recaigan en gente tan querida como Rafa Nadal. No me parece que eso acerque a la monarquía a los ciudadanos de a pie, que viven más bien absortos por el comportamiento de quienes se han erigido, gracias a los votos de los españoles y también a las maniobras orquestales en la oscuridad, en sus representantes y gestores. No soy historiador, sino simple periodista, y no puedo imaginar si la Historia perdonará algunos comportamientos, pero sí sé que rara vez exculpa a quienes incitan a la polémica y al duelo a garrotazos. Ni a los que levantan muros.  

No, a Sánchez no le van a hacer marqués

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