Cuestión de principios

El culebrón de Eurovisión, por cuenta de la posición de la Moncloa sobre la masacre de Gaza, ha generado un no parar de disparates dialécticos. Uno de ellos es culpar a Sánchez del fracaso de “la pobre Melody”. Como si la profesión de fe en unos principios de estricta humanidad, los de Sánchez o los del porquero de Agamenon, pudieran equipararse en un determinado momento del debate al acierto o desacierto de una artista.


Otro de los disparates es endosar a una pulsión “sectaria” la postura del Gobierno español, que denuncia la desproporcionada respuesta militar de Israel a un abominable acto terrorista de Hamas (7 octubre 2023). No debe hablarse de sectarismo cuanto se trata de defender principios no fungibles, permanentes y universales. En este caso, se trata de una apelación al Derecho Internacional descrito en la Carta de las Naciones Unidas, y al inderogable respeto a los derechos humanos en tiempos de paz y en tiempos de guerra.


Reafirmarse en ellos y denunciar su incumplimiento no puede estar al albur de los efectos colaterales que pueda producir en un acontecimiento musical. Más bien al contrario, la publicidad le sienta bien a una declaración de principios de orden moral, o a la denuncia de una deriva tóxica en la marcha de una sociedad organizada. Por ejemplo, el apagón de la racionalidad frente al avance de la ley del más fuerte. Eso está ocurriendo en la franja de Gaza, con daños a terceros infinitamente más graves que la decepción de nuestra representante en Eurovisión.


Por eso no comparto el argumento de la UER (Unión Europea de Radiodifusión) que prohibió cualquier referencia a la guerra de Gaza porque estaría fuera de contexto y comprometería la “neutralidad” del Festival. Bastaría recordar que Rusia está vetada para participar en el mismo por la guerra de Ucrania. Pero peor me parece conjugar la defensa de una posición moral en función del contexto.


¿Fuera de contexto? ¿Desde cuándo declararse partidario de los derechos humanos se conjuga en función de la oportunidad o la conveniencia de quien reclama su estricto cumplimiento? Llenarse la boca de principios basados en la dignidad humana, que es el máximo denominador común de la especie, está por encima de la política.


Ya en clave doméstica, en ciertos sectores políticos y mediáticos se dice que detrás del culebrón hay una operación oportunista del Gobierno para enterrar los ecos de la corrupción de cercanías que acorrala a Sánchez. Mientras más se hable de Gaza y del encontronazo con Eurovisión, menos se hablará de los mensajes para no dormir. Aunque así fuera, y pocas dudas me caben sobre ello, el genocidio sigue siendo genocidio. Le sirva o no le sirva a Sánchez para seguir echando botes de humo sobre su lamentable desempeño como presidente del Gobierno. 

Cuestión de principios

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