Un pedazo de mundo se reencuentra con Galicia

El aeropuerto Rosalía de Castro acogió el jueves la llegada de los participantes de ‘Escolas Abertas 2025’, una iniciativa de la Secretaría Xeral da Emigración que permite a los gallegos del exterior formarse en las tradiciones de su tierra de origen
Un pedazo de mundo se reencuentra con Galicia
El secretario xeral da Emigración, en una foto de grupo junto a la expedición de participantes de ‘Escolas Abertas’ que aterrizó este jueves en Compostela | X. Cortizo

Volver a la tierra de origen es un gesto cargado de significado, incluso cuando ese origen no forma parte de la propia memoria, sino de la de quienes nos precedieron. Hay quienes regresan a Galicia porque nacieron aquí y partieron, y hay quienes lo hacen por primera vez, movidos por una herencia emocional que ha sobrevivido al tiempo y a la distancia. A menudo no conocen los lugares, pero reconocen los acentos y las costumbres como si una parte de ellos siempre hubiese estado esperando el momento del regreso.


La mañana del jueves, el aeropuerto Rosalía de Castro fue testigo de uno de esos reencuentros que no necesitan palabras para entenderse. Pasadas las 09.00 horas aterrizó el vuelo que trajo a buena parte de los participantes de la edición 2025 de ‘Escolas Abertas’, una iniciativa promovida por la Xunta que busca mantener viva la cultura propia a través de quienes un día partieron —o descendieron de quienes partieron— y ahora regresan con el firme propósito de aumentar su formación y continuar trabajando día a día para que el acento, la gaita, la danza o la historia de Galicia no se diluya aunque pasen generaciones.


Los rostros de quienes bajaban del avión eran un resumen de la diáspora gallega. Desde Argentina llegaron una docena de personas, con especial representación de la ciudad de Buenos Aires. Junto con ellos, cuatro personas de São Paulo (Brasil), cinco de Montevideo (Uruguay) e, incluso, una persona procedente de Nueva York (Estados Unidos). La numerosa expedición fue recibida por el titular de Emigración del Gobierno gallego y responsable de la iniciativa, Antonio Rodríguez Miranda, que describió el proyecto como “unha fantástica oportunidade para que os docentes progresen na súa didáctica e continúen sendo os mellores prescritores da cultura galega arredor do mundo”.


Esta primera tanda de participantes se completa con otra veintena de profesores procedentes de diferentes puntos de España y países como Venezuela, Cuba, Chile, Costa Rica y Alemania, que llegaron en diferentes vuelos a lo largo de la jornada. Todos ellos, casi medio centenar de profesores en total, se reunieron ayer en la inauguración oficial del proyecto, que tuvo lugar a las 09.30 en el Centro Superior de Hostelería de Galicia, en Santiago, donde permanecerán alojados hasta el día 15 de julio y donde recibirán las clases y talleres sobre las disciplinas que se encargan de impartir y fomentar en sus lugares de residencia.


La iniciativa

El programa ‘Escolas Abertas’ es uno de los principales proyectos que la Xunta de Galicia destina al colectivo de la diáspora. A través de una convocatoria pública, se selecciona cada año a personas mayores de edad que, vinculadas a centros gallegos del exterior, quieren mejorar su formación en materias culturales o de gestión para aplicarla luego en sus países de residencia. La formación se ofrece de forma presencial y corre a cargo de la Secretaría Xeral da Emigración, que también cubre los gastos del viaje, la estancia, los materiales y todos los servicios necesarios para garantizar que los asistentes puedan concentrarse plenamente en su aprendizaje.


Este año, como en los anteriores, los cursos se desarrollarán en el Centro Superior de Hostelería de Galicia, en Santiago de Compostela, que también acogerá a los participantes hasta el día 15 de julio, día en que finaliza su estadía formativa. Hasta esa fecha, recibirán la visita de referentes artísticos y tendrán la oportunidad de realizar diferentes tipos de actividades culturales y excursiones a otros puntos de Galicia con la finalidad de conocer el patrimonio humano y natural de la que también es su tierra.


Con relación al perfil de los participantes, cabe destacar que la media de edad se sitúa en torno a los 35 años, algo que el mismo secretario xeral da Emigración considera clave para garantizar la continuidad de la cultura gallega más allá de las fronteras: “O que se pretende é que as persoas que veñen a formarse sexan o máis novas posibles para que logo poidan ter un longo percorrido”, apunta. En la misma línea, Rodríguez Miranda incidió también en el compromiso de la Xunta por ofrecer una formación de calidad que permita a los asistentes no solo mejorar sus propias habilidades, sino también adquirir herramientas para enseñarlas con rigor y eficacia: “Nós axudámoslles a mellorar os seus coñecementos e tamén a impartir a formación do mellor xeito posible”.


La oferta formativa de este 2025 incluye distintas áreas tradicionales que abarcan desde el canto popular y la pandereta hasta la confección del traje tradicional, pasando por la interpretación de gaita y percusión o las clases de baile. La intención es clara: que las músicas, ropas e historias que conforman la identidad gallega viajen a las regiones que tanto la añoran o desean descubrir.

 

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Participantes del programa comparten anécdotas con Rodríguez Miranda | X. Cortizo

 

Historias vitales

A su llegada, los 23 participantes que llegaron en el primero de los vuelos fueron recibidos oficialmente por el secretario xeral da Emigración, Antonio Rodríguez Miranda, que les dio la bienvenida en un acto sencillo pero emotivo, en el que no faltaron anécdotas relacionadas con el viaje, las primeras fotografías del grupo y la emoción del inicio. En palabras del representante de la Xunta, esta iniciativa representa “unha maneira de tender pontes entre Galicia e o resto do mundo, facendo posible que a nosa cultura viva tamén alén das nosas fronteiras”. Rodríguez Miranda destacó además la diversidad de perfiles de los participantes y subrayó el papel que juegan como “transmisores da identidade galega en contextos moi diferentes, onde o compromiso e a paixón que demostran é absolutamente admirable”. 


Entre los recién llegados, muchos pisaban la Comunidad por primera vez, aunque en su relato no faltaban referencias a progenitores migrantes y hogares con acento gallego. Es el caso de Érika Mouglia, de 24 años, que llegó desde Mar del Plata acompañada de su primo. Ella participará en el curso de baile, mientras que él lo hará en el de gaita, ambos representando al Centro Gallego de su ciudad. “Habíamos venido anteriormente por Galicia Exterior y también de pequeña con mi familia”, explica. Su vínculo con la tierra es doblemente fuerte, pues su familia procede de Lalín, en Pontevedra, y desde los siete años ha dedicado su vida al baile gallego. “Estoy muy emocionada y muy contenta de haber sido elegida por la Xunta para venir estas dos semanitas a aprender más”, cuenta sonriente, con el entusiasmo de quien cumple un sueño largamente esperado.


Desde Nueva York llegó Melanie Huerta, de 32 años, maestra de percusión en la Casa Galicia de la ciudad estadounidense, donde enseña a estudiantes de todas las edades. Aunque su familia es asturiana, el contacto con la cultura gallega ha marcado su vida desde la infancia. “No hay un club asturiano en Nueva York, así que me he criado con gallegos toda mi vida”, explica con naturalidad. Para ella, participar en este programa supone profundizar en sus conocimientos y reforzar su labor docente: “Me encanta tocar el tambor y aprender más para llevárselo a mis estudiantes”. No es la primera vez que visita Galicia, pero sí una oportunidad especial de regresar con nuevas herramientas que transmitirá al otro lado del Atlántico.


La historia de Marcelo Meis de Oliveira, llegado desde São Paulo, es también la de alguien que ha hecho de la música gallega un modo de vida. A sus 37 años, relata que lleva más de la mitad de su existencia vinculado a la gaita. Su familia paterna es de O Grove, donde mantiene el contacto con sus tíos y primos, y no pierde ocasión de visitarles siempre que puede. Para él, Galicia es mucho más que un punto de origen: “La cultura gallega tiene un sentimiento de identidad muy fuerte y para mí es un orgullo representarla en Brasil y llevar lo que aprendo aquí a las personas que aún no la conocen”. 


La uruguaya Lucía Álvarez, natural de Montevideo, visita Galicia por segunda vez, después de una estancia previa hace un par de años. En esta ocasión, participa en el curso de baile tradicional, aunque reconoce que su viaje tiene también una dimensión muy personal: visitar a su familia en Arnoia (Ourense) y pasar con ellos las fiestas locales, que casualmente se celebran en estas fechas. “Es realmente lindo poder estar aquí, no solo por lo que voy a aprender, sino también por tener la oportunidad de compartir tiempo con mi familia coincidiendo con las fiestas del pueblo”, explica con ilusión. Lucía asegura sentirse muy orgullosa de representar a Uruguay en Galicia y de poder compartir, a su vuelta, todo lo aprendido con quienes, como ella, sienten que la tradición gallega es también parte de su identidad.


Por su parte, Jimena González, también procedente de Buenos Aires, participa en el curso de gaita tradicional en representación de la Sociedade Galega de Arantei, Vilamartín e A Peroxa, una pequeña entidad que representa a las tres localidades. Jimena no es una recién llegada a Galicia: ya visitó la tierra de sus ancestros en 2010, pero esta ocasión tiene para ella un significado muy especial. “Llevo 20 años como gaitera y siento que esta es la oportunidad idónea para terminar de perfeccionarme”, explica con convicción. Añade que el curso de gaita es “muy bueno” y que les ha servido mucho tanto a los gaiteros como a los bailarines de su sociedad. Pero más allá del aprendizaje técnico, hay un componente emocional que la mueve profundamente: “Hace justamente cinco años que falleció mi abuela, que era de Arantei, así que volver a su tierra supone el cierre de un círculo perfecto”. Sus palabras reflejan el orgullo y la emoción de quien, después de dos décadas de trayectoria musical, encuentra en Galicia el lugar donde todo comenzó y donde, de alguna manera, todo cobra sentido.


Historias como estas se repiten en el grupo que aterrizó en Compostela el jueves. Algunas llenas de emoción contenida, otras de entusiasmo juvenil, pero todas marcadas por un mismo deseo: aprender para preservar, y preservar para después compartir.

 

Formación y alma

A medida que avancen los días, los recién llegados se convertirán en embajadores de Galicia. Cada acorde aprendido, cada paso de danza o cada técnica transmitida se multiplicará cuando regresen a sus lugares de origen y empiecen a compartirlo con sus propios alumnos o compañeros. Esa es, en realidad, la esencia del programa: no se trata solo de enseñar, sino de sembrar. La Xunta lo define como un proyecto con efecto multiplicador, y los hechos lo demuestran: las personas formadas en Compostela retornan con un conocimiento que después se replica en escuelas, grupos, asociaciones y eventos en diferentes partes del planeta.


Además, como recuerda el secretario xeral da Emigración, Galicia también recibe mucho de este intercambio. La visita de personas de otras culturas, con experiencias vitales diversas y con una visión propia de lo gallego, enriquece el tejido cultural de la Comunidad y favorece una mezcla que muchas veces da lugar a nuevas expresiones artísticas o sociales. No se trata de conservar un folclore estático, sino de darle vida, de adaptarlo, de dejar que fluya en diálogo con otras realidades sin perder su raíz.


De ahora en adelante, con el comienzo de los talleres y las clases, muchos de los docentes habrán comprendido que este viaje no es solo una formación: es una forma de afirmarse, de recuperar algo que se temía perdido y de descubrir que el lugar de origen también puede ser una elección. Galicia les abre sus puertas, pero ellos también se abren a Galicia. Porque lo más bonito de marcharse es volver, y para ello no siempre hace falta viajar. A veces basta la música, los pasos y, sobre todo, el recuerdo vivo de los lugares que ocupan parte del alma. Entonces, sin moverse del sitio, uno ya ha vuelto a casa.

Un pedazo de mundo se reencuentra con Galicia

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