Hay situaciones que pueden hacer que nos lleguemos a replantear todo nuestro sistema ético y de decisiones. El campo de la innovación está plagado de este tipo de situaciones, las cuales hemos vivido en multitud de ocasiones a lo largo de la historia.
La clonación es uno de esos asuntos que ha llegado a hacernos pensar si estaríamos dispuestos a retar a cualquier tipo de orden natural y crear seres exactamente iguales a nosotros, o muy parecidos, y si esto sería éticamente correcto.
¿Seríamos capaces de crear seres en base a nosotros por mera supervivencia? ¿Y podríamos hacerlo por un supuesto bien mayor como hacer acopio de materias primas que podrían cambiar el devenir de la sociedad tal y como la conocemos?
Algo así nos plantea The Alters, la nueva creación de 11 bit studios (Frostpunk, Moonlighter, Beat Cop o This War of Mine). De partida, nos ponen en la piel de Jan Dolski, el tripulante de una misión espacial que se queda sin compañeros de viaje en un extraño accidente.
En paradero desconocido, y sin apenas contacto con la Tierra, Dolski tendrá que tratar de volver a poner en marcha la base móvil en la que viajaban y mantenerla en funcionamiento, tarea para la que, rápidamente, y tras un primer contacto con su lugar de origen, se dará cuenta de que una persona no es suficiente.
Y aquí entra en juego un descubrimiento que va persiguiendo el equipo de Dolski: el rapidium. Un elemento con el que se abre la posibilidad de crear nuevos seres en base a consciencias de personas reales.
A Dolski se le abre la posibilidad de crear copias suyas para poder gestionar la base y sacar adelante la misión. Pero con un pero. Esas copias están creadas a partir de un momento concreto de su vida en la que su nueva versión ha tomado una decisión diferente, por lo que el nuevo Jan ha desarrollado una vida y una carrera diferentes a la del original.
De este modo, el protagonista se va rodeando de versiones suyas que han desarrollado otras habilidades, médico, científico, ingeniero o botánico, entre muchas otras posibilidades, cuyos recuerdos originales coinciden con los de Jan, pero los cuales han evolucionado de otro modo: una pareja que en realidad no lo fue, un familiar cuya relación no era igual, una carrera que no hizo, un trabajo que no aceptó...
Todo ello, mientras Jan Dolski y sus versiones alternativas, o ‘alters’, se van haciendo preguntas acerca de la ética del proyecto que están llevando a cabo o con qué autoridad moral se han ganado la potestad de crear versiones de sí mismos para fines meramente productivos o incluso egoístas.
Todo esto se completa con una jugabilidad que mezcla la exploración, la supervivencia y la gestión de recursos. Tendremos que mantener la base, encontrar materiales y hacer que los ‘alters’ cumplan con las funciones que les ordenamos sin que se rebelen, lesionen o enfermen.
La gestión tiene varios niveles: deberemos tener en cuenta el almacenamiento de materiales, el tamaño de las infraestructuras de la base, el estado de ánimo y los sentimientos de los ‘alters’ y a qué se dedica cada uno de ellos.
De este modo, se mezcla una propuesta de juego relativamente tradicional, con una historia que nos hará pensar sobre nuestros principios.