Si todo sigue así, despedir el año con uvas se va a convertir en un lujo similar al de comer marisco. Si no que le pregunten a los carballeses que en la última feria del año tuvieron que rascarse el bolsillo y pagar hasta siete euros el kilo por hacerse con este fruto especial. A este ritmo, uno de los deseos de las campanadas tendrá que ser que en diciembre bajen los precios.