Las grandes ciudades no se construyen con pensamientos chicos. A Coruña se pensó así, a gran escala, desde la noche de los tiempos, que diría Francisco Vázquez: la torre de Hércules es una obra faraónica para su tiempo erigida por decisión de un emperador –qué menos–. El Paseo Marítimo fue descalificado al grito de “obra faraónica”, ¿pero quién osó cuestionarlo desde que alguien lo pisó por primera vez? Con todas las pegas (económicas) que se puedan poner al lendoirismo, el Dépor creció porque alguien decidió llamar a las puertas del cielo (“Barça, Madrid, ya estamos aquí”). Una pequeña tienda nacida en Juan Flórez en 1975 es hoy la segunda marca de moda más importante del mundo porque el señor Ortega y la señora Mera pensaron “¿por qué no?”. A Coruña está posicionada para ser protagonista en el segundo evento deportivo más visto del planeta, el Mundial de Fútbol 2030. Perder esa ocasión sería como fallar el gol de Abreu.