EL aparcamiento del cuartel Sánchez Aguilera es la única alternativa para cientos de ferrolanos —o de foráneos— que buscan aparcar sus coches antes de zambullirse en la peatonalizada “tableta de chocolate”. Pero es también el “maná” de los talleres mecánicos y la tierra prometida de los lavados de coches. Los baches —piscinas en tiempos de lluvia— son un dolor de cabeza que se hereda de un gobierno municipal a otro sin que nadie acierte con la tecla definitiva. Y ahora ya no se puede culpar a Defensa. El convenio está firmado y su aplicación práctica debería comenzar por aquí cuanto antes.