El sofocón

Haría bien Feijóo en no trasladar su sofocón a la ciudadanía, pues ni le alivia del disgusto del perdedor que no asume su derrota, ni la gente merece el truculento sinvivir que se le endosa. Ocioso es recordar que, en una democracia parlamentaria como la nuestra, sacar más votos en unas elecciones generales no significa necesariamente ganar el gobierno, pero habrá que seguir perdiendo el tiempo con eso hasta que lo entienda. La pena es que no parece en disposición de llegar a entenderlo si, como asegura, va a seguir dando la tabarra negacionista y faltona hasta que haya otras elecciones, y embarcando en ella a todos los poderes fácticos habidos y por haber.


Así como el coronel Aureliano Buendía no tenía quien le escribiera, Feijóo no ha tenido quien pacte con él. Sólo Vox, pero no cuenta al no ser sino la parte más levantisca y desinhibida del propio PP. El íncubo Pedro Sánchez, ese satanás, ese traidor, ese vendepatrias, ese dictador según la derecha profunda de Aznar y Ayuso que marca el paso, ha conseguido entenderse con siete partidos, de derecha e izquierda, para alcanzar sobradamente una mayoría favorable a su investidura que le permitirá formar gobierno. Pero esos siete partidos, ocho con el PSOE, no son entes del mal, sino que representan a un número de españoles superior, por cierto, al de los que hubieran preferido un vicepresidente del gobierno como Abascal. Y eso es todo. Concretamente todo lo que tan sofocado tiene al que se aferra a la peregrina idea de que Sánchez le roba lo que le pertenecería a él.


En el mal perder está la clave de la actual bronca desatada contra Sánchez, y no tanto, contra lo que pudiera parecer, en la anunciada concesión de una amnistía para los implicados en la insurrección secesionista del 17. No sería descabellado suponer que en un ambiente y escenario de mayor normalidad política, sin un Vox ni un Puigdemont en permanente huída del pasado corrupto de Convergencia a lomos de un independentismo vacío y fracasado, sería el propio Partido Popular el que, pactando tranquilamente con la derecha nacionalista catalana, otorgara esa amnistía, del mismo modo que antaño, y con Aznar, otorgó tantas y tantas cosas. Haría bien Feijóo, por su salud y la de sus compatriotas, en ir atemperando su sofocón para dejarlo, por lo menos, en una comprensible sofoquina.  

El sofocón

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