Octogenarios al poder

Este no es un artículo escandalizado porque gentes de edad avanzada lleguen al poder. Al fin y al cabo, grandes potencias políticas, económicas o espirituales, como los Estados Unidos o el Vaticano, cuentan con gentes muy entradas en la llamada tercera edad como gobernantes, y dan muestras de prudencia y sabiduría que acaso otros más jóvenes -y con cualidades diferentes- les envidiarían. La juventud no es una virtud acumulada, sino un afortunado accidente que, ay, se acaba corrigiendo, como decimos quienes hemos pasado de los sesenta. Pero, obviamente, de ahí a que se convierta en moda que los octogenarios lleguen al poder hay un abismo.
 

Lo digo, pensando en el caso español, por el presidente cántabro, y candidato a lo mismo, Miguel Angel Revilla. O por el candidato a la alcaldía de Barcelona Xavier Trías de Bes, que ya ocupó el puesto entre 2011 y 2015. O por el también veterano alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, que recibe unánimes aplausos por su buen hacer en la ciudad.
 

O podría decirlo también por Ramón Tamames, un caso que, sinceramente, me tiene conmocionado.
 

Resulta que Tamames, a punto de cumplir los noventa en lo que se diría plena lucidez de curiosidad intelectual y hasta creativa, viejo camarada de militancia comunista allá por mediados de los años setenta, se está pensando, me dijo, aceptar la oferta nada menos que de Santiago Abascal, de Vox, para que sea el candidato presentado por esta formación en la moción de censura que prepara contra Pedro Sánchez. “Es una oportunidad que solamente ocurre una vez en la vida”, me dijo este miércoles Tamames, dejándome de piedra, y asegurándome que estaba “considerando positivamente” la aceptación de la oferta, lo que hará público, en un sentido u otro, el próximo martes.
 

No me sorprende tanto, desde luego, la edad del candidato alternativo, que obviamente se quedará en aspirante, como sus circunstancias. O lo significativo que resulta que alguien que, durante el último franquismo, era una figura pública del muy clandestino PCE, pueda decir que sí a quien representa, como Vox, unas ideas radicalmente tan contrarias, tan extremadas, respecto de las que el buen economista y hombre capaz que siempre ha sido Tamames representó tiempo ha.
 

Con las vueltas que da la vida, él ha ido variando en sus planteamientos, como otros veteranos socialistas y comunistas, girando perceptiblemente a la derecha. Nada de particular. Lo que me extraña es que un partido del arco parlamentario, Vox, le escoja como icono, seguramente buscando apenas los titulares y la notoriedad que comporta tan singular personaje y tan peculiar selección. Aquí, el caso es que hablen de uno, aunque sea mal.
 

Nada tengo que reprocharle a Tamames, que es perfectamente libre de escoger sus opciones. Ni siquiera a Vox, pese al oportunismo que muestra con una selección que, por cierto, evidencia que no ha logrado otros candidatos más ‘posibles’ o más homologables. Creo que mi reproche debería dirigirse a la inconsistencia de la política de este país nuestro, cansado ya de ver cómo figurones que ayer estaban en un sitio hoy se pasan, porque fuera del escaño hace mucho frío, a otras formaciones de las que ayer abominaban verbalmente. Y sí, pienso, entre otros, en Begoña Villacís, cuyo ‘viaje al PP’ desde Ciudadanos no ha resultado precisamente un éxito, y no por falta de ganas de ella.

Octogenarios al poder

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