Los molinos del presidente

s una buena decisión perderse con cierta frecuencia en las páginas de Don Quijote de la Mancha, la obra de Cervantes que retrata la España de la época y en la que también encontramos claves para analizar dichos y hechos de la España de hoy.  

 

En el capítulo VIII cuenta Cervantes la aventura de los molinos de viento que un Quijote ofuscado confunde con “desaforados gigantes con quien pienso hacer batalla”. Sancho, más en la realidad, le advierte “que no son gigantes, son molinos de viento, y lo que parecen brazos son las aspas que hacen andar la piedra del molino”. Pero el Hidalgo desoyó al escudero, entró “con ellos en una fiera y desigual batalla” y su aventura acabó “rodando muy maltrecho por el campo”.

 

Encontré cierto paralelismo entre la ofuscación de Don Quijote y la del presidente Sánchez cuando empezó a confundir “los molinos” de la derecha económica, política y mediática con gigantes poderosos “que quieren que los progresistas nos rindamos”.

 

Un Sancho cercano debería devolverle a la realidad y advertirle que la derecha, los medios y los empresarios del IBEX no son los gigantes a batir. Sus enemigos son los “molinos” que asfixian a la gente: sueldos precarios e inflación que encarece la cesta de la compra, la luz, los combustibles o alquileres, que hacen muy largos los meses.

 

Tampoco debe confundir con gigantes a otros “molinos” que destruyen la credibilidad de su gestión. Como la hipertrofia, bandazos y contradicciones del gobierno, la colonización y el enchufismo en instituciones y empresas públicas, el gasto público ineficiente sin un solo gesto de austeridad, la espiral de deuda, el barullo de los impuestos, la ley unilateral de educación, los pactos con los enemigos del Estado, el desprecio a la víctimas del terror, la permisividad con los okupas… Por todo esto y más, perdió la confianza ciudadana en Madrid, Castilla y León y Andalucía.

 

En su reciente viaje a EEUU se reunió con inversores de Wall Street que mueven los mercados y no le preguntaron por la conjura de “los poderosos en los cenáculos madrileños”. Querían saber de la deuda, del sector inmobiliario, de sus armas contra la recesión que viene… Y confían poco en la seguridad jurídica. “Tiene su aquel, dice Carlos Segovia, que el presidente cargue en España contra los poderes económicos y corteje a los grandes financieros en Nueva York”.

 

Decía Felipe González que las cuestiones económicas las dejaba a su ministro. Si él piensa lo mismo y se fía, Calviño puede recordarle lo que decía Sancho: “las aspas volteadas al viento hacen andar la piedra del molino”. Metáfora adecuada a los empresarios, que no son sus enemigos, son los que mueven la economía y crean empleo y riqueza.

 

 

Los molinos del presidente

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