“España funciona, España va bien”

Fraga decía de sus rivales políticos que “solo aciertan cuando rectifican. Pero hay algunos que ni siquiera son capaces de rectificar cuando se equivocan y han metido la pata hasta el corvejón. No solo es con la ley del “solo sí es sí”, que empieza a ser “el disparate nacional”. Los Iglesias, Belarra, Díaz, Echenique y demás tropa se han lanzado contra Juan Roig, el presidente de Mercadona, afirmando que se está forrando con la subida de los márgenes, y le han calificado de “capitalista despiadado que se llena los bolsillos”, lo que “no es un insulto” según ellos mismos sino un hecho probado. Cómo será la cosa que hasta el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, ha tenido que salir para decir que Juan Roig es el empresario que mejor paga a sus empleados en el sector de la distribución y que este año les ha subido los sueldos un 8 por ciento. La ministra Calviño ha desmentido que los supermercados estén hinchando los precios y ha recomendado a los podemitas que nos gobiernan que moderen el lenguaje. Y otra ministra, Reyes Maroto, le ha dicho a su compañera de gabinete Ione Belarra que el Ministerio con el que tiene interlocución la cadena de distribución es el suyo, junto con el de Agricultura, y que lo que debe hacer es hablar con ellos. Belarra no solo no ha rectificado sino que lo ha repetido en un acto institucional. Juan Roig no es el único que está en la diana de los ministros de Podemos y su séquito. Amancio Ortega ya sufrió los rigores de Pablo Iglesias que le calificó de terrorista y “multimillonario que no paga impuestos en España y que solo da limosnas”, en referencia ala donación a un buen número de hospitales españoles de equipos de alta tecnología para la lucha contra el cáncer, que han salvado ya la vida de cientos de mujeres. En su habitual chatarra argumental, Podemos cree que los empresarios, casi todos, pero sobre todo los grandes, son indecentes y despiadados y que habría que acabar con ellos.


Hay que recordarles que solo hay dos grandes sistemas económicos y que el capitalismo es el menos malo porque el otro, el comunismo, el que ellos defienden, con la economía intervenida, sin libertad de empresa y con el control de la sociedad, de los medios de comunicación y de la justicia, solo conduce a la pobreza generaliza de los ciudadanos, a la desaparición de las libertades y de la democracia. El capitalismo tiene muchos inconvenientes, pero del comunismo o no se sale o se pasa en un pispás al peor fascismo populista.


Pero no se debe poner solo el foco en la rama podemita del Gobierno. El propio presidente rechazó la invitación para ir al Congreso de la Empresa Familiar -que en España representa el 70 por ciento del empleo y un 60 por ciento del PIB- y tanto él como algunas de sus ministras han criticado abiertamente a empresarios como Botín, Sánchez Galán o al mismo presidente de la CEOE, Garamendi, con los que no hay diálogo real ni búsqueda de acuerdos, sino imposición de medidas.


El propio Sánchez ha llegado a decir que hay “una serie de poderes ocultos en nuestro país que tienen intereses oscuros y que cuentan con terminales mediáticas y políticas que no dudan en usar para desmovilizar al electorado. Y ello, a pesar de que, como dice Pablo Iglesias, las oligarquías en España están encantadas con “la izquierda domesticada”. No hay ninguna trama que una a millonarios, jueces, empresarios mediáticos, periodistas y políticos de derechas contra el Gobierno. Hay inseguridad jurídica, un hartazgo ante las divisiones en el Gobierno que provocan tensiones y alarmas reales en la sociedad, retrocesos en la lucha contra la corrupción.

“España funciona, España va bien”

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