Un ambiente irrespirable

No hay paz para los españoles. Vivimos a golpe de sobresaltos en un camino que parece no tener fin y sin una hoja de ruta como país que nos ayude a entender nada de lo que está pasando. La aprobación de la ley de amnistía es el último episodio de una serie de desatinos inexplicables desde el sentido común pero encajables por la aritmética parlamentaria en el puzle de la sinrazón que Sánchez va montando contra viento y marea, pero también contra la voluntad manifestada por los españoles en distintos estudios demoscópicos. Es cierto que en Cataluña la amnistía tiene más apoyo que en el resto de España, pero un 70% de españoles se manifestó contario a tal medida que solo Sánchez y su partido justifican por los siete votos de Puigdemont que lo mantienen en la Moncloa. Bueno, lo justifican ahora porque no hace ni un año, Sánchez, Montero, Calvo, Marlasca y muchos otros decían que no era posible ni legal “ni moralmente”, pero amigos, el presidente del gobierno tiene facilidad para cambiar de opinión o, quizá, para mentir sin rubor a todos los españoles una y otra vez sin que le cambie ni el gesto. Y empiezo a pensar que hace bien porque sus mentiras no le pasan la factura que se merecen en las urnas y él, que tiene la piel gorda, celebra sus mentiras mirándose al espejo y escuchando a los suyos gritar “es el puto amo”. Recuerdo a un Psoe despreciando al entorno de ETA y a un Sánchez dirigiéndose a los españoles diciéndoles “con Bildu no pactaré, si quiere se lo repito veinte veces” y ya ven como acabó. Recuerdo al Psoe diciendo que los indultos a los políticos se habían acabado y ya ven lo que hizo y ahora dice que no habrá referéndum en Cataluña y, visto lo visto, no le cree nadie. Sánchez no es de fiar, nadie le compraría un coche de segunda mano porque posiblemente no tenga ni motor. Lo que me parece especialmente grave es que estas medidas las toma contra la opinión mayoritaria de los españoles a sabiendas, pero él dice “hacer de la necesidad virtud” y, a partir de ahí, el interpreta a todos los españoles como mejor le convenga en cada ocasión. Maneja a su antojo el ejecutivo, no en vano es el presidente, maneja el legislativo llegando a ordenar a la presidenta que le retire la palabra al jefe de la oposición y maneja, hasta donde puede, el judicial: ¿de quien depende la fiscalía? Pues eso”. La división de poderes ha saltado por los aires y con ella la garantías que el sistema ofrecía a los ciudadanos, Sánchez es un “tres en uno” todo poderoso, un autócrata en toda regla y con este currículo es muy difícil acordar la renovación del CGPJ porque Sánchez no busca una renovación sino tomar el control del último poder que puede garantizar la igualdad de todos los españoles como reza nuestra constitución. Por todo esto y mucho más, las elecciones del próximo fin de semana toman una dimensión muy especial que trasciende a unas europeas normales. Los españoles vamos a pronunciarnos en una única circunscripción sobre nuestro gobierno, sobre las acciones de Pedro Sánchez y sobre sus consecuencias. Sin un resultado claro de castigo a sus desmanes, el presidente se sentirá respaldado para continuar con sus “cambios de opinión” o mentiras, como ustedes prefieran. Mientras los delincuentes catalanes celebran su victoria sobre España con la amnistía a medida, los españoles seguimos respirando un aire tóxico, irrespirable.

Un ambiente irrespirable

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