El mercado del jueves de Carballo tenía una imagen muy distinta de lo habitual. Una jornada casi veraniega, con sol y temperaturas muy agradables, que favorecían la afluencia de gente.
Aunque algunos solo paseaban por la plaza, otros muchos se dedicaban a aprovisionarse de los productos de huerta habituales en la plaza, además de otros típicos como quesos, miel, plantas o flores.