El querido comercio de barrio

El querido comercio de barrio
Foto: Patricia G. Fraga

Cierto es que la vida de hoy en día nos empuja -por cuestiones de falta de tiempo, sobre todo- a ir a lo más rápido y lo más rápido es ir a comprar a donde está todo concentrado, es decir, a los supermercados y a las grandes superficies, cuando no directamente a internet. Pero es que cada vez nos dejan menos opciones. Ahora, el bajo que no está vacío, aloja un establecimiento de hostelería. Antes, bajabas a tu calle casi a cualquier hora y tenías abierta la tienda-bar de Emilia o de Concha, la carnicería de Alfredo, la pescadería de Ángeles, la mercería de Fina, la ferretería de Carmen, la droguería de Julio, la frutería de Celia, la panadería de Manolita, la librería de Fini. No hacía falta hacer compra semanal. Necesitabas una docena de huevos y bajabas a por ellos a las nueve de la tarde. Querías comprar unos calcetines y no tenías que hacer planes de fin de semana para acercarte al centro comercial. Todo lo tenías en tu calle; o en la de al lado, pero cerca. ¿Dónde están ahora todas esas tiendas? Los barrios de la ciudad se van a quedar con aceras muy anchas, pero vacíos.

El querido comercio de barrio

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