Estamos ya contando los días que faltan para la cumbre hispano-alemana, de verdad. ¿Ustedes se imaginan la movida? Con el coche nos moveremos malamente —aunque a eso ya estamos acostumbrados—, peeeero… ¡tendremos la ciudad más segura de España y parte del mundo conocido! ¿No les hace ilusión? Quién nos iba a decir, a los que ya peinamos canas, que íbamos a festejar ver mucha policía. Y la limpieza, ¿qué nos dicen de la limpieza? Nos van a dejar todo empatenado; ni un hierbajillo fuera de su sitio, ni un chicle pegado en el suelo, echarán una capita de asfalto —en los sitios estratégicos— y lo pintarán con unas líneas muy blancas y muy visibles, quitarán el ‘corpore in sepulto’ de la gaviota —sí, otra gaviota— que yace en el viaducto hace ya incontables días… ¿No han notado ya que han empezado a quitar hierbajos por la mediana de Alfonso Molina? Fíjense, fíjense. Y a pintar esa valla blanca sinuosa tan chula. Pues sí, encantados estamos con la cumbre hispano-alemana. Eso sí, para disfrutar de tales maravillas tienen que vivir en el centro. Ya saben que en el centro… ¿está la virtud? No, está el centro.